He tenido
la fortuna de vivir pocas muertes en mi familia, hasta ahora la más difícil que
he tenido que superar es la de mi abuelo Diego, de quien ya les conté en este
blog. Durante mi vida, de manera indirecta y a veces sólo como espectador, me
ha tocado estar presente en varias “despedidas” que organizan las familias para
sus seres amados.
Hoy, una de
las personas que más amo en el mundo, sufre la partida de un hombre que,
aparte de ser su abuelo, era su padre, su ejemplo y una de las personas más
importantes en su vida. No hay palabras para confortar una pérdida tan grande.
Cuando me habló llorando para decirme que iba camino al hospital, sólo atine a
decirle que estaría con ella en todo momento, y así lo hice. Su abuelo, un
hombre de 96 años que, a pesar de las enfermedades y debilidades que ya
enfrentaba a consecuencia de su edad, no estaba cansado de vivir y quería
llegar a los 100 años, de hecho algunas veces nos quería hacer trampa y cuando
le preguntábamos su edad decía: cien. Siempre sonreía cuando le hablabas, la
primera vez que me vio, le dijo a su nieta: “Esta bien grandote.” Me daba el
saludo de la banda (una palmada y golpe con el puño cerrado) y algunas veces
preguntaba por mí. Lo conocí durante 4 años y en ese corto tiempo logre ver en
él a un ser humano fenomenal que ayudaba a cuantas personas pidieran su ayuda
sin recibir nada a cambio, siempre haciendo travesuras y comiendo lo que se suponía
ya no podía comer, en las comidas familiares no era extraño verlo robar
gelatina o dulces o lo que tuviera a su alcance, a mi me divertía mucho cada
vez que se salía con la suya. Sopeaba el pan en el café (igual que yo) mandaba
a la chingada a cualquiera que lo quería contradecir, le decía “ésta” a su
esposa y le encantaban los dulces (igual que a mí), siempre se frotaba las
manos antes de comer o hacer algo que le gustaba, él se ganó mi corazón en poco
tiempo.
Despedir a
una persona de ese tamaño no es fácil, ver a toda una familia sufrir la partida
de un ser querido le rompe el corazón a cualquiera. Ver a la persona que amas
sufrir de una manera en la que nunca la habías visto, es algo muy difícil.
No soy para
nada un experto en estas cosas pero si les puedo hacer notar algo que a mi
parecer es muy importante:
Siempre he preferido recordar a las personas
por las vivencias que tuve con ellos y no me gusta verlos ya dentro de un ataúd
o en sus últimos momentos, esto es algo que les dejo como consejo, si lo pueden
evitar, evítenlo y mejor recuerden a la persona que aman por lo que vivieron
con él/ella y por los buenos momentos que pasaron juntos.
Tengan MUY
presente que lo que importa no es estar con ellos en sus últimos momentos o
despedirse de ellos en vida, lo IMPORTANTE es estar con ellos en la mayor
cantidad de momentos, siempre decirles lo mucho que los aman, lo mucho que les
agradecen su existencia, lo mucho que importan en su vida, lo mucho que los
admiran y siempre procuren abrazarlos, besarlos, hacerles cariños, no se
guarden nada para que no lo quieran hacer cuando ya no se pueda…