jueves, 8 de agosto de 2013

La cuenta por favor.




Hace ya algunos años, dentro de mi grupo de amigos había unos compas que trabajaban de meseros los fines de semana; cuando empecé a conocerlos, me invitaban a ir con ellos a los eventos, fui un par de veces como “invitado”, me dieron de comer, de beber, bailé y me divertí como si fuera familiar de los que organizaron el evento, después de eso, no necesité más para querer ir con ellos cada semana.

El trabajo es cansado, hay que llegar horas antes al salón para poner mesas, sillas, manteles, cubre sillas, limpiar los platos, vasos, cubiertos… en pocas palabras, dejar el salón bonito, impecable para cuando llegue la gente; después de eso, tienes que estar al pendiente de las personas que hay en tu mesa, sin mencionar la hora de la comida, levantar los trastes sucios, todo el tiempo que te la pasas de pie, etc.

Pero créanme, ese ha sido uno de los trabajos en los que más me he divertido en la vida, una de las cosas que siempre digo cuando llego a hablar de esa etapa de mi vida es:

“Iba a la fiesta, bailaba, comía, bebía lo que quería, me divertía y aparte de todo, me pagaban.”

De todos los eventos en los que participé, me tocó ver de todo, permítanme comenzar con el más aburrido de todos: una boda cristiana. No es mi intención ofender a nadie, pero para empezar, la boda fue en domingo a eso de las 11am, en el salón no se escuchaba nada que no fuera música cristiana, nadie bailaba, nadie reía, nadie platicaba con nadie y por espacio de 30 minutos nos sacaron del lugar porque iban a orar o no sé qué carajos iban a hacer pero sólo personas cristianas podían estar dentro…

Una vez nos tocó ir a una boda en una casa en Cuernavaca, fue un evento maratónico de más de 12 horas de servicio, cuando empezamos a trabajar, los invitados sólo tomaban vodka, brandy, ron, tequila o whiskey y en el patio trasero de la casa, había una pared tapizada con cartones de cerveza, dos lavadoras y 2 tinas improvisadas como hieleras y nadie las pelaba… (Pausa para cara de incredulidad), aunque estábamos bajo la sombra, el calor se sentía muy fuerte y poco nos esperamos para entrarle a las chelas. Para cuando el anfitrión fue a decirnos que podíamos tomar cerveza si queríamos, ya habíamos acabado con 2 o 3 cartones, después de eso, el consumo ya fue descarado, horas antes de que terminara el evento, uno de mis carnales ya estaba muy borracho para seguir trabajando y lo tuvimos que dejar en el patio trasero para que la gente no se diera cuenta.

En otro evento llegó uno de esos “nuevos ricos” que lo primero que me dijo fue: ‘atiéndeme bien gallo, por cada vez que yo te pida que me sirvas vas a perder dinero.’ Aparte de que era mi trabajo, el guey era de esos que caen bien, entonces para todo era gallo esto, gallo lo otro, el vato hasta me mandó a su camioneta por más alcohol, al final cuando se iba, se paró y me dijo: te rifaste gallo toma y me dio 800 pesos pero nada como la satisfacción de un trabajo bien hecho… Nah, el varo estuvo chingón.

La verdad es que fueron de los años más divertidos de mi vida, y lo que son las cosas, resulta que alguna vez trabajé en un evento para la familia de la que ahora es dueña de mi corazón.

Ahora cuando voy a bodas, XV años o eventos en salones de fiestas, no me pongo loco con los meseros pero si noto quién se está haciendo guey y quién sí está trabajando, a los flojos sólo les doy poco de propina y sólo porque sé lo que es llegar a poner las mesas y servir la comida, pero a los que se rifan, les doy 500 varos… bueno no, la neta no, pero si les doy sus 100 bolas, algo es algo ¿no?.

viernes, 5 de julio de 2013

Mi mejor amiga.




Cuando alguien les diga que el bullying no les va a dejar nada bueno, piénsenlo dos veces…

Hace ya algunos años, en mi grupo de 2° de secundaria había un morro que se la pasaba molestando a los más pequeños, yo no era tan pequeño pero igual me molestaba, una vez me desesperó tanto que lo reventé, le di un par de golpes en la cara y lo tiré, el morro se espantó tanto que después de eso, no volvió a quererme molestar, desafortunadamente para él, se convirtió en la victima del naciente bully.

Pasamos al último año de secundaria, bueno casi todos porque el morro en cuestión reprobó el año y sus papás lo dejaron en la misma escuela… mala idea padres, ustedes mismos provocan el bullying contra sus hijos; como sea, una vez que íbamos bajando al receso, vimos a este morro y la carrilla empezó, le dijimos de todo, le dimos pamba y todas esas linduras que los pre adolecentes hacen; para su mala suerte, él estaba con una chica y cómo siempre pasa cuando hay mujeres involucradas, nosotros nos lucimos más, así fue como conocí a una de mis mejores y más antiguas amigas: Nadia.

Con el paso del tiempo, Nadia y yo nos hicimos los mejores amigos, íbamos a jugar basquetbol juntos, iba a su casa y nos pasábamos horas hablando, salíamos algunos fines de semana, nos contábamos todo lo que nos pasaba, yo la invitaba a algunas reuniones familiares y ella hacia lo mismo; recuerdo que todos pensaban que éramos novios porque a veces nos veían tomados de la mano o abrazados y juntos todo el tiempo. 

Mi amiga siempre fue guapa y sigue siendo, nunca tuvo problemas para tener novios, era muy divertido que sus novios se ponían celosos porque se pasaba mucho tiempo conmigo, yo sólo me divertía, supongo que ella hacia lo mismo cuando mi novia de aquel tiempo se ponía muy celosa de ella pero sin importar los problemas que nos causara, nunca dejamos de vernos.

Cuando ambos nos fuimos a estudiar la universidad, dejamos de vernos tanto como antes pero igual de vez en cuando nos visitábamos, el verdadero problema fue cuando mi amiga se mudó, ahí ya nos fue imposible seguir en contacto y nos distanciamos un poco, ya sólo nos daba tiempo de vernos una o dos veces al año pero cuando esos encuentros ocurrían, era como si no nos hubiéramos dejado de ver.

Hemos pasado muchas cosas juntos, algunas muy malas y tristes en las que sólo estuve yo con ella, otras muy divertidas como una vez que una patrulla nos quería llevar a la delegación por estar tomando cerveza afuera de su casa, su mamá tuvo que salir a decirle a los policías que éramos sus sobrinos, que nos dejara, increíblemente el policía le hizo caso y no nos molestó más.

Hace unos días, me llegó un mensaje en Facebook, era mi amiga diciéndome que me había dejado algo en mi casa, al día siguiente, mi hermano (al que le gusta mucho el gosip), me mandó una imagen de una invitación para una boda… 

Aún no lo puedo creer, pero estoy muy contento, le escribí y la felicité, le dije lo feliz que estaba por ella y que por supuesto ahí estaría en uno de los días más importantes de su vida.

viernes, 21 de junio de 2013

Tiempos difíciles.




Hace tiempo, terminé  -de muy mala forma-  una relación de más de 7 años, igual que todos los que alguna vez han pasado por esa situación me tiré al drama, ya saben, me gustaba usar frases como: “nunca voy a encontrar a otra persona que me entienda como ella” o “era el amor de mi vida” o “no puedo vivir sin ella” … bueno, en realidad la última frase nunca la usé, pero andamos pasando por esas situaciones somos los gueyes más tristes y dramáticos del mundo.

Para mi buena suerte y sin esperarlo, en mi camino se cruzó una persona que entendió a la perfección por lo que estaba pasando, me ofreció su ayuda a pesar de tener poco tiempo de conocerme, siempre sabía que decirme, como calmarme, como escucharme y siempre me dijo que ese mal rato pasaría y que yo estaría mejor. 

Como a muchos de ustedes seguro les pasó (o les pasará) yo me cegué y me aferré a recuperar  -luchar-  por una persona que ya no quería estar conmigo… mala idea, sólo se hacen más daño. A pesar de saber que yo estaba cometiendo un error, ella me ayudó en todo lo que le pedí, nunca me dijo que estaba mal y nunca fue pesimista, todo lo contrario me daba ánimos y me decía que lo conseguiría y que no dejara de luchar.

No creo habérselo dicho antes, pero ella es la responsable de que yo saliera bien librado de ese tiempo, ella fue como una luz en tiempos de oscuridad y desde los primeros días supe que había encontrado a una amiga o como a mí me gusta decirles, una carnala. Gracias por ser mi soporte, gracias por tu amistad y gracias por seguir en mi vida, ¡te amo al máximo!

Hoy, uno de mis carnales está pasando por una situación difícil, está terminando una relación importante en su vida y lo está pasando mal… sé cómo te sientes carnal y sé que ahora no lo crees pero esto va a pasar, duele y cuesta mucho trabajo, pero dime ¿cuándo son fáciles las mejores cosas?. Ya pasaste por lo más difícil, ya te diste cuenta que esa persona no quiere estar contigo, hay muchos que tardan años en entenderlo, tú ya lo tienes, ahora sólo falta que te des cuenta de cuanto vales, de que eres mejor que esa situación y que tú si tienes amigos que te quieren y se preocupan por ti, tú si tienes familia que te deja vivir tu propia vida y tú si eres lo suficientemente inteligente para salir de todo lo que te está pasando.

Yo te aseguro que así como yo y como todas las personas que han pasado por algo así, vas a encontrar a alguien que te va a hacer feliz y que te hará olvidar todo este mal rollo.

No digo los nombres de los carnales de los que escribo en este relato, no es necesario, ellos y algunos de ustedes que leen esto saben quiénes son

viernes, 31 de mayo de 2013

Chucho, el taco.



Sin conocerlo mucho, un día llegó con mi hermano y me dijo que iría con nosotros a Acapulco, sólo le pregunté es si tenía el dinero que les habíamos pedido para ir y regresar, cuando dijo que si, su lugar estaba seguro. Lo único que sabía sobre él, era que su mamá era la señora Martha y que era uno de los amigos de mi hermano. 

Ahora, con la oportunidad de ver hacía atrás, me alegro mucho que él haya estado presente en uno de los mejores viajes de mi vida.

El tiempo pasó y dejó de ser un desconocido, se convirtió en uno más de la banda, y empezó a ser común encontrarlo en la esquina con los demás carnales; incontables veces reímos, hablamos de nuestros problemas, del trabajo, nos decíamos de cosas, nos burlábamos unos de otros y hasta cantamos juntos después de varias cervezas.

Chucho era de esas personas que cada vez son más difíciles de encontrar, tenía una gran nobleza que se hacía evidente en cuanto lo conocías, se preocupaba por los demás, si le pedias ayuda siempre encontraba la forma de brindártela, era un buen padre, cambiaba los regalos y las cosas materiales que no podía darle a sus hijos por el tiempo que pasaba con ellos, si tenía un problema, te lo contaba tal cual, si necesitaba de ayuda, la pedía sin pensar y a pesar de no tener una vida fácil, era muy feliz.

Un buen día se convirtió en mi “cuñado” la primera vez que lo vi en la esquina después de que supo que su hermana y yo éramos novios, le invite una cerveza y le pedí que no cambiara la forma en que él y yo nos hablábamos, le dije que primero éramos amigos y que la única diferencia era que ahora lo vería en las reuniones familiares; sólo me dijo: no hay pedo, sé que vas a tratar bien a mi hermana.

Un día nos dijo a su hermana y a mí que se sentía mal, que llevaba tiempo con los mismos síntomas; a pocas semanas, nos dijeron que se había puesto muy mal y que lo habían llevado al hospital; días después, nos empezaban a hablar de sus riñones, de sustancias que estaban donde no debían estar y de diálisis… todo pasó muy rápido, creo que nunca asimilé la gravedad de la situación y siempre pensé que se recuperaría y todo estaría bien; sin tiempo aún para entender lo que pasaba, Chucho nos dejó.

La familia aún no superaba del todo la pérdida del joven, el jefe de la familia que nos había dejado exactamente seis meses antes y tenía que afrontar otra vez el tremendo sufrimiento de perder a uno más de sus miembros. Nunca estás preparado para algo así, sabes que vas a morir porque es inevitable pero vives creyendo que tú y todas las personas cercanas a ti van a vivir muchos años y morirán algún día cuando tengan 70 o más años…

Ver a la familia pasar otra vez por circunstancias tan devastadoras en tan poco tiempo fue un duro golpe, la impotencia de no poder hacer nada es tremenda, la frustración y el enojo de ver como una buena persona se va sin que puedas hacer nada es muy desgastante.
 
Por favor no tomen a mal lo que a continuación voy a escribir y si alguien piensa que es inapropiado o se ofende, le ofrezco una sincera disculpa, no es esa mi intención pero lo tengo que contar porque fue algo que me pasó:

El pasado Domingo cerca del medio día, fuimos a una misa que se celebró en su memoria, estando ahí es inevitable pensar en él, recordé que era seguidor de hueso colorado de las águilas del América que, casualmente, ese mismo día jugarían el partido final por el campeonato. Con el paso de la misa y la comida con la familia, dejé de pensar en eso. Unas horas más tarde y ya instalado en las gradas del estadio azteca, la porra del América empezó a cantar:

“ooolee, ole ole ole, chucho, chucho” y el recuerdo se hizo presente de nuevo en mi mente, sé que Chucho hubiera sido de los más felices después de esa noche.

Jesús dejó algo en todos los miembros de su familia, he platicado con varios y todos lo recuerdan de cierta manera, pero en general, todos lo recuerdan como una gran persona; quiero compartir con ustedes una de las últimas frases que Jesús nos dijo:

“No tendré mucho dinero, pero sí tengo muchas personas que me quieren.”

Descansa en paz Chucho.

viernes, 22 de febrero de 2013

Nanches rockstar




Todos hemos tenido (espero) un lugar al que nos gusta frecuentar muy seguido, cuando nanches estaba en sus tiempos de salir todos los viernes, ese lugar se llamaba: Chez la crepe.


No era un lugar diferente a muchos que existen en la ciudad, el espacio era como un gran rectángulo, en donde los lados más cortos ocupaban la entrada y el escenario, uno de los lados largos era la barra y del otro lado había cuadros, espejos e infinidad de adornos alusivos al rock. Las mesas que estaban más cerca al escenario eran pequeñas y cuadradas con bancos para que te sentaras, las que estaban más atrás, eran mesas altas y redondas para que pudieras ver bien al grupo que todos los viernes se presentaba a tocar.


Gracias a unos amigos, conocí al dueño del lugar, un señor muy divertido con el que te la podías pasar bien, él en todo momento de la noche estaba al pendiente de sus clientes y de su trago que, vale la pena aclarar, no soltaba. También conocía a casi todos los meseros que trabajaban ahí y por supuesto, siempre elegía la misma zona del bar para pasar la noche.


La magia de ese lugar eran las chelas, los cartones estaban muy baratos y la cerveza no dejaba de correr en un buen rato, el grupo que tocaba era muy bueno, tocaba rock en español y en ingles, fueron los primeros que yo escuche en tocar covers de System of a Down, dildo (dld para los chavos) y los siempre clásicos covers de la Lupita, la Castañeda, los Caifanes, etc.


En aquellos años, trabajaba en el call center de infinitum y conocí un grupo de buenos amigos, ya era casi por regla que saliendo del trabajo a eso de las 9 o 10 de la noche, nos fuéramos a “las crepas” así lo bautizamos nosotros, llegábamos a saludar al dueño, a los meseros de siempre y a tomar nuestros acostumbrados lugares para prepararnos a beber y cantar con el grupo.


Como en todo buen lugar, no faltaban los concursos para ganarte las cubetas con chelas, una vez, nanches ya andaba a medias tintas y el animador anunció el concurso, “el que se tome una cerveza más rápido bajándose los pantalones se va a ganar una cubeta de cervezas“ claro que me subí al escenario e hice justamente lo que pidieron, nunca escuche que eso de bajarse los pantalones era broma así que fui el único que enseñó los calzones, lo bueno es que desde hace mucho tiempo uso bóxers que es como tener un short, en fin, no fui el más rápido pero como fui quien sí enseño el calzón, me dieron una cubeta gratis y todos felices.


Los momentos cumbres de la noche llegaban cuando el grupo tocaba cenit o transfusión de la Castañeda, puto de Molotov, cualquiera de los Cadillacs, Toxicity o Chop suey de System of a Down, where is my mind de Pixies, Dixie o lllorarás de dildo, Paquita disco o la versión rock de Camelia la texana de la Lupita y cualquiera de Caifanes. Ah sólo de recordar ya me dieron ganas de estar en un lugar como ese.


Pero debo confesar que siempre he tenido un crush con el son del dolor de la Cuca, hay algo especial en esa rola que me pone muy feliz al cantarla a todo pulmón, para mi ese era el momento cumbre. Hasta la fecha, en la comida de fin de año (2012) de la oficina, que se convirtió en peda, empezó a sonar el karaoke y sin pensarlo mucho me rife el son del dolor para deleitar a los presentes.

Ya lo saben amiguitos, si quieren ver a nanches rockear, el son del dolor de la Cuca deben tocar.