viernes, 28 de diciembre de 2012

La maldición del fin de año.





Quiero aclarar que no creo en maldiciones pero me pareció que el titulo le añade un toque especial a la entrada, de hecho, le iba a agregar al final “de la muerte” para hacerlo más interesante pero ya se me hizo demasiado.

Esta historia se remonta al lejano año de 2006 cuando mi carnal el güero me vendió su Pointer, a mi me gustaba mucho, no olvido la fecha en la que fui por él, fue el día 6 del mes 6 (Junio) del 06… Así es mijos, el día de la bestia, tal vez por eso la maldición.

Noviembre del 2006, fui a una fiesta en la lejana republica de ciudad azteca, allá por los rumbos de Ecatepec, algo le pasó al Pointer y me dejó tirado en la madrugada, no recuerdo bien (andaba borracho) pero creo que me dormí en el auto y al otro día temprano me fui a casa dejando el auto ahí donde estaba. Al siguiente día, fue Sábado y tenía una reunión en casa de mi otro carnal, el negro, entonces no fui por el Pointer hasta el otro día; cuando llegue al lugar de los hechos, ya no tenía estéreo, le rompieron la ventana y le sacaron lo que pudieron.

Diciembre del 2007, una camioneta encargada de transportar a los mormones gringos que vienen al país, se echó en reversa y por más que le toqué el claxon, me dio un golpe, no muy fuerte pero lo suficiente para dejar marca, llegó el del seguro y cotizó el golpe, los mormones me pagaron y todos felices. A pocos días del incidente, regresaba a casa de una fiesta por el circuito interior a la altura de avenida jardín, un poco antes de llegar a la raza, subí uno de los puentes del circuito que tenía un pequeño borde donde termina la subida, en segundos, el cofre se abrió y rompió el parabrisas, afortunadamente eran como las 3 de la mañana y no había otros autos cerca, me tuve que orillar al bajar el puente con el cofre sobre el parabrisas y después con una de mis agujetas lo amarré y así llegué a casa.

Noviembre del 2008, íbamos a una boda por el rumbo del metro muzquiz, el Pointer se apagó de repente y ya no arrancó, como varios de ustedes saben, esa zona es de las más seguras y lindas de la ciudad, no lo pensé dos veces, deje el auto ahí y fui por él al día siguiente, el resultado, Pointer desbalijado.

Diciembre del 2009, después de un día largo en casa de mi mamá, era momento de ir a dejar a mi mujer a su casa, le abrí la puerta del coche como todo un caballero que soy, ella entro al auto y le cerré la puerta, entré al auto y poco antes de poder cerrar la puerta, sentí un golpe en el brazo, tardé unos cuantos segundos en darme cuenta que un pendejo le pegó a mi puerta con su coche, estuve a segundos de que me llevara con todo y puerta.

Vendí el Pointer y pensé que con él se había ido la maldición pero no… 

En Diciembre del 2011 ya con otro auto, se descompuso la flecha o algo así raro, el diagnostico es uno de esos que nunca te gusta escuchar, más de 2 mil pesos.

Hace un par de semanas, una manguera del sistema de enfriamiento se rompió, lo arreglamos y al día siguiente empezó a sonar algo muy raro en el motor, se rompió una de las guías por las que pasan las cadenas del motor y se tuvieron que cambiar, limpiar el motor porque los trozos de plástico se fueron para dentro y cambiar el aceite, otra vez un golpe de más de 3 mil.

Como pueden ver, a esto bien le podemos llamar la maldición del fin de año...
 

Aprovecho este espacio para desearles un gran fin de año, espero que lo pasen en compañía de sus seres queridos y que todo sea diversión, amor y pasarla bien. Por favor no hagan propósitos para el 2013, mejor hagan las cosas diferentes y verán que los cambios llegan solos.

¡Feliz 2013!

viernes, 14 de diciembre de 2012

Navidad de los Mendoza.





Hace no mucho tiempo, la navidad de la familia Mendoza era memorable. Ustedes ya saben que somos una familia muy grande y para los que no sepan, somos algo así como 40 o 50 personas aproximadamente, entre tíos, primos, novias, amigos, etc

He pasado grandes celebraciones de navidad con la familia, pero sin duda las mejores para mi han sido las que hemos pasado en San Luis Potosí. Uno de mis tíos más queridos se fue a vivir a ese estado ya hace algún tiempo, lo que nos dio oportunidad de juntar a la familia y viajar para visitarlos y pasar con ellos la navidad.

Una de las primeras veces que pasé navidad en San Luis, un amigo de la familia fue con nosotros, él era amigo de mi tío el más joven y yo lo conocía bien, de nombre raro (Sigfrido) pero con toda la buena onda en su personalidad, se ofreció a sostener la cuerda de la piñata mientras los más pequeños la rompían o intentaban hacerlo. La cuerda no aguantó mucho y se rompió enviando de sentaderas (nalgas) a nuestro querido amigo. El mismo personaje en el mismo viaje, no notó que el mosquitero del cancel de mi tío estaba cerrado y en su desesperación por entrar, se cayó con todo y mosquitero.

En otra navidad, estábamos en el jardín ya después de la piñata y todo, a mis primos casi no los dejaban tronar cohetes ni nada por el estilo, les dieron esas luces que sólo echan chispas, nadie podría hacer nada peligroso con ellas ¿verdad? Pues uno de mis primos logró lo imposible, aventó su luz antes de que se apagara al otro lado de la barda que dividía la casa de mi tío de un terreno baldío… ¿Les tengo que platicar el resto? Pues la hierba seca del terreno se prendió y pronto las llamas alcanzaron buena altura, llegaron los bomberos y apagaron todo, nadie supo cómo había iniciado todo hasta que vimos el video, donde se ve mi primo aventando su luz y causando todo el incidente. Muy divertida navidad.

Otro año, esta vez yo ya tenía la edad suficiente para beber con los mayores  -jaja-  nos pusimos a beber después de la cena, platicamos y nos reímos de cualquier tontería, era como estar con los amigos, fue una de esas veces en las que tus tíos y papá te empiezan a decir “guey” y tú haces lo mismo, ¿quién no ha pasado por algo similar? Al final, recuerdo que uno a uno nos fuimos quedando dormidos ya con el sol del siguiente día bien arriba, me dormí y cuando desperté, había perdido un día entero, ya era la noche y otra vez nos pusimos a beber.

Todos esos recuerdos son invaluables, por desgracia, no todo es para siempre y ha llegado el momento en que ya no hacemos cosas como esas, las malas acciones de gente que llegó a la familia sin la buena onda necesaria para ser parte de los Mendoza, terminaron por afectar a los demás, ahora todos estamos divididos y ya hay personas que no quieren pasar una navidad con otras, es triste pero es cierto, no somos los mismos que antes y sólo me queda agradecer que a mí sí me tocó vivir la era memorable de los Mendoza.

Aprovecho a todos para desearles feliz navidad, espero que sus celebraciones sean como las que he descrito en este texto. Un abrazo.