Una noche hace ya varios años, entre sueños escuchaba
a mi padre tratando de despertarme, quería que me despertara y lo acompañara a
su recamara para ver a mi mamá, yo estaba medio dormido y no entendía bien el
por qué pero hice caso y lo acompañe. Cuando llegamos a su recamara, escuche a
mi mamá llorando pero seguía sin entender bien la situación, escuche que mi
papá dijo: aquí está Adrián; después me recosté con ella y le dije: ¿qué paso
ma?; sin abrir los ojos ni dejar de llorar, se volteo y me abrazó, me apretó muy
fuerte contra ella, me acariciaba el cabello y de cuando en cuando me soltaba y
volvía a apretar.
Después supe que mi madre había soñando que me
moría, no sé cómo o por qué, pero ella tenía uno de esos sueños que parecen
reales y aunque mi padre le decía que era sólo eso, un sueño, ella no le creía
así es que mi papá fue por mi para tranquilizarla. Nunca había visto a mi madre
sufriendo y llorando como esa vez y no lo he vuelto a ver, cosa que agradezco
infinitamente, pero esa experiencia me hizo cambiar un poco con ella, de
repente llegaba y la abrazaba sin razón o le hacía bolita en su cama, o en conjunto
con mis hermanos le hacíamos abrazo grupal y cosas de ese estilo.
Mi madre tuvo que aguantar muchas tonterías que
hice cuando niño, por ejemplo, una vez saliendo de la primaria, me fui a casa
de uno de mis amigos sin avisarle, no imagino por lo que pasó al no verme
llegar. Cuando llegué a la casa, ella estaba muy alterada y con toda la razón del
mundo, ahora la entiendo, así es que no hay resentimientos por la “chinga” (su
palabra favorita) que me dio. Otra vez, estábamos en la feria o algún lugar así
cerca de la casa y yo me perdí (es lo que me dicen) mi papá no le quería decir
nada pero ya saben ustedes como son las mamás, se enteró de todo y pasó otro
susto, por suerte, llegue a la casa o me encontraron rápido y todo salió bien.
Ella es experta en curaciones, una vez me raspe
muy feo la rodilla jugando con una avalancha, por si hay algún inadaptado que
no sabe lo que es una avalancha, es una tabla como lo doble de ancha de una
patineta con volante y freno de mano, el chiste es que llegue a casa y mi madre
con todo el amor del mundo, me lavó la herida con la mitad de un limón…
Cuando me rompí la pierna, estuvo conmigo todo
el tiempo, fue ella quien me ayudó a disfrazarme de momia en silla de ruedas y
me llevaba a la escuela, ella estaba ahí cuando por fin me quitaron el yeso y
vio mi piernita sin fuerzas y me ayudo con los ejercicios de rehabilitación. Ella
curo mi hepatitis, sarampión, varicela, paperas y todas y cada una de mis
enfermedades, aún ahora, cuando me escucha que estoy enfermo me dice que me
tome la medicina, que vaya al doctor, etc.
A ella le dolió más cuando rompí con una de mis
novias que a mi, me llamó desde E. U. para preguntarme como estaba y me dijo:
es que la querías mucho; así es mi madre, una mujer incansable y fuerte que,
aún no se cómo, pero logró educar a 4 hijos, pasó una y otra vez por todas las
travesuras que hacíamos y de algún lado sacaba fuerzas para seguir.
Hoy es el cumpleaños de esa mujer de quien les
estoy hablando, así es que lo menos que puedo hacer es dedicarle estas líneas,
quiero que sepa lo mucho que la amo y agradezco todos y cada uno de sus
cuidados, caricias y regaños. Te amo muchísimo mami, al rato nos vemos para
apachurrarte con un enorme abrazo.
Ah, lo olvidaba, ella también tiene un olfato súper desarrollado, puede oler un ratón en la casa a miles de kilómetros de distancia…