viernes, 25 de enero de 2013

El secreto para dejar de fumar.


Estudié la vocacional en el turno vespertino, con alrededor de 16 años y convivía con personas más grandes, conocí gente de 20 y hasta de 23 años que iban en el mismo salón que yo. Uno de ellos era el típico fumador que no se ha terminado el cigarro que tiene cuando ya esta prendiendo el otro, seguro que todos conocen a alguien así. A este compa le decíamos el camello por dos razones, la primera porque estaba muy flaco y se le notaba muchísimo la joroba; la segunda porque sólo fumaba cigarros marca camel. En aquellos años, no había ningún problema por fumar dentro del salón de clases, ya se imaginarán lo que fumaba este amigo, mínimo una cajetilla diaria


El camello es, en parte, responsable de que yo entrara a ese mundo de fumadores, recuerdo que a cada descanso entre clases nos juntábamos a platicar de cualquier cosa, él sacaba su cajetilla y nos ofrecía a todos, algunos le aceptaban y otros no. Diario era costumbre verlo disfrutar de su cigarro, hacer “donitas” con el humo y demás trucos que son básicos para los fumadores. Un buen día, se me ocurrió pedirle un cigarro, me lo dio sin decir nada y nos pusimos a fumar, ahí empezó todo.


Al principio, debo confesar, que no le veía gran cosa a eso de fumar, pero yo pensaba que me veía mas “cool” con un cigarro, por suerte, nunca me gustó tanto al nivel de fumar más de 3 cigarros al día, de hecho, sólo era un fumador social, fumaba en fiestas y entre semana, a veces me fumaba 1 o máximo 2 cigarros al día. Ya para los tiempos en que trabajaba, era básico para mí eso de “después de un taco, un buen tabaco” y así empecé a fumar al menos uno al día; cuando empecé a manejar, el pretexto era el trafico, según yo calmaba mis nervios y desesperación por estar manejando en el circuito interior, así aumente la dosis a dos cigarros al día.


En algunos momentos de mi vida, deje de fumar por ratos, de repente dejaba un mes o dos, lo máximo que había dejado eran 6 meses pero siempre lo retomaba. El 31 de Diciembre del 2010 a eso de las 8 de la noche, estaba esperando el año nuevo en San Luis Potosí, sentado en el jardín de casa de mis tíos pensando en algunas cosas, meditando y sobre todo visualizando cosas que quería hacer en el nuevo año, la idea me llegó así de repente, sólo pensé que el cigarro, que en realidad era un puro marca cohiba que me habían regalado, sería lo último que fumaría. Ya con el puro encendido, me puse a meditar en las ventajas y desventajas de dejarlo; no pude encontrar una desventaja y sí encontré muchas ventajas, así fue como lo decidí.


Los primeros días fueron fáciles porque estaba con la familia y distraído, pero cuando regresé a trabajar, el primer día terminando de comer, sentí que algo me faltaba, sentía la necesidad de fumar, sin duda más que por la adicción, por la costumbre, fui a la tienda y compre un cigarro y una paleta, me comí la paleta y el cigarro lo dejé en el auto, en la noche que estaba en el tráfico, regresaron esas ansias, tomé el cigarro que había comprado antes y me lo puse en los labios sin encenderlo, así llegue a casa y guarde nuevamente el cigarro en el auto, este ritual, me acompañó las primeras dos semanas.


La primera fiesta después de mi decisión, fue un verdadero reto, casi no pude contener mis ganas de fumar, por suerte estaba muy decidido y aguanté, ya para el segundo mes, se me había hecho una costumbre decir “no” cada que me ofrecían un cigarro, era casi por instinto y sin pensar la respuesta. Para el tercer mes, esas ganas de fumar desaparecieron por completo. Para el sexto mes, ya me daba asco estar cerca de alguien que estaba fumando. El pasado diciembre, cumplí dos años sin fumar y les puedo asegurar que es algo que no retomaré en lo que me resta de vida.


Si ustedes son de esos que se fuman más de 5 cigarros por día, seguro están pensando: “para él fue fácil porque no fumaba tanto” o “mi nivel de dependencia es mayor porque yo fumo más o he fumado por más tiempo”, bueno, me voy a permitir contarles la historia de mi carnal El Güero, mi carnal era de los de cajetilla (o más) por día, cuando salíamos de viaje, él se compraba un paquete (si, de esos de 12 o más cajetillas) sólo para el viaje, él era de esos que prenden su siguiente cigarro con el que aún se están fumando. Un buen día, mi carnal decidió que ya no fumaría, “pues nada más” fue lo que me respondió cuando le pregunté el por qué lo había dejado.


Cuando le pregunté cómo le había hecho, porque no me parecía que fuera fácil dejarlo así como así y más con la cantidad que él fumaba me dijo:


No hay más carnal, tienes que dejarlo de un madrazo, nada de irle bajando de poco a poco, o de tomar pastillas o tratamiento, eso no funciona, tienes que tomar la decisión y de huevos dejarlo. 


Hoy mi carnal lleva más de 5 o 6 años sin fumar.

No hay más señores, (como dice mi carnal) si quieren dejar de fumar, agárrense los huevos y digan no, hasta el día de hoy, no conozco a nadie que haya dejado de fumar bajándole poco a poco o con ayuda de tratamientos o pastillas, y ahí está mi historia y la de mi carnal, no hay más, si de verdad quieren dejarlo, sólo decídanlo y cada que les ofrezcan o quieran fumar, digan no. Yo les aseguro que si pasan el primer mes, ya están del otro lado.